“La Dolores Rondón”: experimentación y cultura popular desde la voz

En los archivos del INA se registra la emisión por France Culture, el 4 de marzo de 1967, de un radioteatro titulado Á propos de la Dolorès Rondon, que había sido grabado el 18 de febrero de ese mismo año. La realización estuvo a cargo de René Jentet e intervinieron –según la ficha de este archivo– 21 actores, con Morena Casamance en el papel protagónico, una actriz mulata conocida por su participación en la película Huis-clos (1954). Se trata del primer radioteatro escrito y producido por Sarduy. En sus cartas familiares la nómina es más amplia: “La Dolores Rondón está en grabación en la radio. Treinta actores y unos diez músicos y bailarines (porque se utiliza ruido de zapateo) de todos los colores y países y una semana de trabajo […] Yo hago de actor, un locutor que describe el cementerio de Camagüey” (30 de enero de 1967). 

Aunque esta parte de De donde son los cantantes nunca se publicó como un radioteatro independiente –por ejemplo, en Para la voz, el libro que antologó sus piezas radiales–, no parecen haber muchos cambios entre su versión novelística y el texto base para su producción radial, más allá de los ajustes de la traducción. Lo interesante es que, a la hora de “poner en ondas” el texto teatral, la didascalia deja de ser orientación dramatúrgica para ser silenciada y se convierte en una voz más, lo cual se descubre cuando se escucha la pieza:

À propos de la Dolorès Rondon, fragmento.

Se trata de una voz masculina que inmediatamente recuerda las de los narradores de las novelas radiales. Su tono “neutro”, su ritmo sereno y constante, su intensidad controlada contrastan con las cualidades del resto de las voces. El hecho de que no sea la voz de Sarduy quien asuma esta función –a pesar de ser él quien lee la introducción de la pieza– habla, en primer lugar, de la intención de acentuar esa diferencia vocal por medio de un profesional, y contribuye, además, a la multiplicación de voces “autorizadas” para conducir la trama: leída, esta pieza posee dos narradores-personaje y un narrador externo; escuchada, aparece una cuarta voz con un auto-control incluso más intenso que el del propio Sarduy, cuya voz describiendo el cementerio de su ciudad deja traducir todo el afecto, especialmente la nostalgia, que yace como germen del texto. Todo eso contribuye a la destrucción de un supuesto centro emisor del discurso literario y político, imagen acústica del sujeto.

No debe obviarse aquí el peso que tuvo en la radio cubana la figura de este tipo de narrador y la radionovela en sentido general. Transmitida de lunes a sábado a las 8:30 pm por casi veinte años y con los niveles más altos de audiencia, La Novela del Aire –transmitido primero por RHC Cadena Azul (1941-1952), y luego por CMQ (1952-1958)– tuvo un peso en el paisaje sonoro radial de Cuba que Sarduy aprovecha ahora, en los inicios de su producción radioteatral, para introducir un nivel más de parodización. À propos de la Dolorès Rondón fue realizada por un grupo de artistas y dentro de una larga tradición experimental. La pieza de Sarduy permitía a René Jentet trabajar con el melodrama y los recursos radiales de un género que no floreció en Francia: la radionovela. En cierto sentido, cada una de las escenas de “La Dolores Rondón” es una entrega, un nuevo capítulo de la vida de esta mujer que, sin embargo, no es una joven de cabellos dorados, sino una cortesana mulata de la región oriental de Cuba cuyo final dista mucho del “fueron felices para siempre”. 

Xiomara Fernández, Carlos Badías y Minín Bujones en la transmisión de El derecho de nacer por CMQ. Fuente: cubanheritage.com

Hay aspectos interesantes relacionados con las voces escogidas por Jentet –y, presumiblemente, Sarduy– para el reparto. En primer lugar, la ya codificada por Sarduy diferencia entre los narradores: el engolado Narrador Dos y el chillón Narrador Uno. Es difícil no escuchar, bajo estas voces, a dioses tutelares de Sarduy: José Lezama Lima [escuchar] y Virgilio Piñera [escuchar]. Sobre todo, porque su actitud ante la historia se corresponde con la de estos escritores ante la tradición literaria cubana: respetuoso y rescatador, el primero; rebelde y negador, el segundo. En segundo lugar, las voces masculinas en falsete de Clemencia, Auxilio y Socorro, introducidas a partir de una interpretación de sus textos que parodia el canto gregoriano. Esto acentúa la inestabilidad en la categoría de género que le interesa a Sarduy y su deseo de despojar la voz de sus aspectos semánticos y potenciar los pragmáticos. Por último, la selección de Morena Casamance, una actriz mulata, para el protagónico. La voz de la Dolores debía ser “entre guitarra y tambor obatalá”. Según el catálogo online del INA, desde la década anterior Casamance había trabajado en programas radiales dedicados a la literatura africana –la serie Contes sous La Croix du Sud, dirigida por el propio René Jentet–, y relacionados con el sur de los Estados Unidos –versiones de Uncle Tom’s Cabine, de Harriet Beecher Stowe; Mulatto, de Langston Hughes; una serie dedicada a W. Faulkner, entre otras. De modo que su voz era conocida por la audiencia y asociada con la cultura africana y su diáspora, a la que se incorporaba esta “mulata wilfredolamesca”, una muestra del destino de la mujer negra en una sociedad neocolonial, en este caso, del Caribe hispano.

Morena Casamance en Huis-clos (1954. Fuente: imdb.com

Los otros objetos sonoros del radioteatro: gritos, zapatazos, aleteo de aves, ladridos de perros serán recurrentes en el imaginario sónico de esta novela y de la obra de Sarduy en general. Forman parte de su intención de elevar el ruido a la calidad de tramo válido y central del paisaje sonoro moderno que el autor comparte con los músicos concretos. El chancleteo es un rasgo más de la cubanidad preterida de las clases populares –ponerse la chancleta en la punta del pie es, también, dar un escándalo–, y es la base de uno de los bailes folclóricos urbanos más conocidos: la chancleta [escuchar], cuyo atrezo principal son unas chancletas de palo, conocidas como cutaras, versión caribeña del coturno griego. El ladrido o la mudez de los perros, que recorrerá su obra posterior, tienen su clave en esta pieza cuando los narradores –el chillón y el engolado– se refieren al vacío que yace tras las palabras, asociadas a un perro sarnoso que vuelve a ladrar durante el discurso político de Mortal Pérez, acentuando ese vacío, y aúlla cuando es definitivamente electo el politicastro. 

La producción de la obra como una farsa, un sainete cubano, es apreciable no solo en los tonos distorsionados de los personajes que comentan la acción sino en el hecho de que se escucha el movimiento escénico, los pasos de los actores sobre el tabloncillo de un teatro. Este elemento no está en la versión publicada, fue una solución creada en el estudio para acentuar la teatralidad de la pieza, un modo más de indicar al que escucha que no importa tanto lo que se dice, sino el artilugio para decirlo. De ese modo, el folclorismo de la trama se incorporaba como un aspecto más de la teatralidad y mantenía al radioescucha distanciado del contenido, un distanciamiento que enfoca el despojo de la herencia occidental a la que está siendo sometida la voz en la obra.

Por último, y en el mismo sentido de la teatralidad, hay en la versión radial francesa personajes que no tienen una realización sonora y cuya presencia solo conocemos por una entrevista de Saúl Yurkievich a Sarduy: “Un chose curieux, ça vous ne l’avez pas entendu […] mais dans cette pièce produite pour la radio et à la radio il y avait des mimes, on a mis des mimes. Chose absurde, mais justement parce qu’ils motivaient les comédiens, ils été constamment en train de susciter, je dirais, le rire ou l’ironie chez les comédiens.” La decisión de René Jentet y Sarduy de incluir un lugar auralmente vacío, un silencio actuante, revela cuán estrecha fue la colaboración entre ambos, pues el silencio de esos mimos son el reverso de la algarabía del resto de los personajes. El mimo, elemento de la tradición francesa, es el centro silencioso de esta farsa exótica, cubanísima, protagonizada por una mulata cuya historia cuentan, desmienten, comentan un cúmulo de voces que no desean ponerse de acuerdo, que no aspiran a una armonía, sino a la disonancia y a devolver a la voz su primigenio carácter aural: “Así se pierde lo esencial: la palabra corre ante el juego como el perro ante la rebanadora. Se ve en salchicha. Se ve en lascas, con aceitunas, entre panes… y huye. Huye ladrando y, lo dice el dicho, perro que ladra no muerde. De ahí́ tantas palabras ladradoras… pero desdentadas” (Obra Completa 378).

Aunque Sarduy presenta esta pieza a Yurkievich como una “separata” de De donde son los cantantes –la primera de una serie– lo cierto es que fue compuesta en un momento de tanteos en su carrera literaria y radial. Ese pudor de principiante es visible tambié en el modo en el que presenta a sus padres su labor en la radio, con cierto pudor de estarse desviándose del camino. No obstante, para 1982, cuando Yurkievich lo entrevista, Sarduy parece haberse percatado de que, sin saberlo, “La Dolores Rondón” había inaugurado una praxis creativa inseparable de su escritura, complementaria.

The Power of Rumba, the Role of Music

Music is not the center of Sarduy’s Sonic imaginary. Instead, he connects music with other elements in a fabric of earcons with complex rhizomes to different soundscapes. However, well selected, almost always focused on a few examples, music reveals the links to those soundscapes from the spatio-temporal determinations that each piece possesses.

Let us explore how these strategies work in broadcasts whose themes are affectively as close to Sarduy as La rumba, broadcast in 5 parts in July 1989. Unfortunately, the INA catalog does not offer information on the production team. Only Sarduy’s name appears, so we can assume that he is the producer. At the beginning of his radio career, Sarduy had collaborated on a similar project, “Musique de Cuba”, broadcast on two days during April 1964. The highlight of that occasion had been the Conjunto Folclórico Nacional, and Sarduy elaborated on the relationship between Afro-Cuban music and dance. A quarter of a century later, in “La rumba”, the reflection starts from the same place to trace a journey through the various modes of rumba in Cuba –yambú, columbia, guaguancó– and conclude with the aural connections of that musical genre with others such as the salsa and Latin jazz in the Black Atlantic, and the always diasporic condition of that sonic imaginary born in Africa.

Unlike the other broadcasts I have analyzed, focused on the literary text, this is a musical series, so the music pieces are broadcast in full, alternated with small voice fragments. An exciting sound object is the silences at the end of many of these pieces, even at the end of the percussion solo that introduces the program. Although these silences are indeed related to the fact that the musical pieces are being reproduced as a whole, it is possible to highlight the difference of this procedure with the mixture between music and voice that characterizes radio. Here, this silence is deliberately sustained and generates a dramatic pause that, moreover, is typical of the interpretation of the rumba and the bolero. That silence is a black hole into which the affections carried by its sound edges rush.

Silence as culmination of a musical piece

We have just heard part of the last of these broadcasts dedicated to rumba, aired on July 14 and whose theme is the pervasiveness of rumba in other genres and contexts. If until this broadcast Sarduy had chosen to broadcast works from the Afro-Cuban folk repertoire, now he is showing the French audience the heritage of that repertoire: Zaperoko, Charlie Parker, Abelardo Barroso and Orquesta Sensacion, Ernesto Lecuona, Aaron Copland, Carlos Barbería and Orquesta Kubavana, Le Grand Kallé et l’African Jazz, Celia Cruz, and Ismael Quintana. This catalog is built on two axes:

  • illustrate the expansion of the rumba into other genres: the influence of the songo by Juan Formell and Los Van Van in the creation and style of Zaperoko, Parker’s collaboration with Machito and his Orchestra in “Mango Mangue”, the cultural appropriation of the Afro-Cuban by avant-garde artists as Ernesto Lecuona and Aaron Copland;
  • illuminate the errancy that lies behind these connections: the exile of Barberia and Celia Cruz, the echoes of Abelardo Barroso in Ismael Quintana and Le Grand Kallé.

The rumba complex skipped generic borders and crossed the Caribbean and the Straits of Florida, but also the rumba complex returned to Africa with Le Grand Kallé. During his explanation of this complex’ place in the aural fabric of the Black Atlantic, Sarduy resorts to an image that he had been shaping for 25 years: “[…] j’appelle ça le boumerang. As for Afrique nous a donné in the form of a revienne music à l’Afrique, it appears that, as you savez, the dernière mode à l’Afrique ce la musique cubaine et brésilien”.

Cassette where Sarduy recorded La rumba (5) for his personal archive, today at the Firestone Library, Princeton University

The idea is the same that he expressed to his parents in a letter from May 1964, a month after his first broadcasts on Cuban music. He repeated it in poems such as “Ketjak” and Autour de l’Ile, a broadcast from 1981. However, more interesting than that coincidence is that when he recovers this image of the boomerang, Sarduy is writing Cocuyo, a novel whose origin, in my opinion, dates back to those same years, when the writing of De donde son los cantantes moves away from its initial drafts and its provisional titles: The Banquet or Boomerang. In any case, the recurrence of this conception of a Black Atlantic and using the aural to illustrate the links, ruptures, and silence that make it up is one more point in favor of the political weight in Sarduy’s sonic imaginary.

Finally, I would like to comment on two sound objects from this recording. First, at minute 8’40” -46,” Sarduy sings “Ponme la mano aquí Macorina”, remembering his father.

Sarduy sings “Ponme la mano aquí Macorina”

Both in his poetry and novels, this song and this character reappear. In this radio program, Sarduy clearly establishes his father’s place as the generator of his childish sonic imaginary.

The second sound object does not belong to the radial aurality but to the archive. I have accessed the “La rumba” broadcast through a digital copy of the cassette where Sarduy recorded it for himself. At the end of the broadcast and before the tape is over, you can hear what music Sarduy decided to replace with “La rumba”: Yvonne Printemps and her hit “Les Chemins de l’ amour. “

Overlapping voices on the tape’s materiality. Sound image of the multiphony of the author’s sonic imaginary

This tape’s materiality reproduces the soundscape whose alienation the author seems to have always resisted, particularly the superposition of sound objects that undoubtedly influenced the multiphony of his exiled sonic imaginary.

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